
"Antes era imposible, pero las tecnologías hacen todo más fácil", dice Paula Andrea Osorio, joven de 21 años que nació ciega y actualmente cursa octavo grado. Paula Andrea sueña con estudiar ingeniería de sistemas.
Entre los equipos con los que cuenta la Sala de Electrónica de la biblioteca están la línea braille, sistema Jaws para navegar en internet, magnificadores de texto, Reading Edge para pasar los textos a audio y el Victor Read que reproduce libros hablados en formato Daisy.Claudia Giraldo, coordinadora de la biblioteca, afirma que el proceso con esta población lleva 10 años. Ahora se desarrolla una prueba piloto que durará seis meses en esta Sala Electrónica, que es financiada por el Ministerio de Comunicaciones y la Asociación Colombiana de Sordociegos (Surcoe).Este proyecto, que también se ejecuta en Bogotá y Cali, tiene una inversión de aproximadamente 70 millones de pesos en tecnología, aportados por el Surcoe, y cerca de 400 millones de pesos en capacidad instalada en la biblioteca. Además, beneficia a una población de casi 200 sordociegos que habitan el valle de Aburrá y que podrían aumentar en caso de que la prueba comience a replicarse por todo el departamento y el país.La idea con esta experiencia es "capacitar a los limitados visuales y auditivos en el uso de las nuevas tecnologías para que puedan utilizarlas con autonomía cada vez que necesiten, y continuar así en el camino de inclusión de una población tradicionalmente marginada", explica Giraldo.Actualmente son 12 ciegos y sordociegos los que acuden a la Sala, apoyados por un intérprete. Con el tiempo, se han ido dando cuenta de que pueden seguir asistiendo sin la ayuda de nadie."Esto nos facilita la vida, nos aumenta la autoestima y la confianza en nosotros mismos", comenta Edgar Rivillas, un hombre de 43 años que perdió la vista a los 17. Esto no le impidió terminar su bachillerato y graduarse en la Universidad de Antioquia de Licenciado en Idiomas.Rivillas dicta clases de inglés a niños ciegos, sordos y sin ninguna discapacidad en la escuela Francisco Luis Hernández. También acompaña a Paula Andrea en la Sala mientras ella se atreve a ir sola. "Cuando yo empecé fue difícil, me tocaba todo con punzón. Ahora los muchachos como Paula tienen más opciones para aprender y estudiar. Las oportunidades que se nos brindan aquí son maravillosas, pero necesitamos que se multipliquen porque ya la sala no da abasto", dice Rivillas.ISABEL CRISTINA GONZÁLEZPara EL TIEMPOMEDELLÍN